Prácticas musicales I 125
Lima, agosto de 2021, 5(1), pp. 113-127
eran también organistas de fiestas populares, quienes ya a nivel laboral desempeñaban como
contratistas, conformando orquestines ocasionales. Ello explica la menor producción musical
que existió en esa época en relación con décadas anteriores, en que grabaron agrupaciones
formalmente constituidas.
Al finalizar la década de 1990, algunas agrupaciones de tipo orquestín, ya instauradas
laboralmente, experimentaron una nueva realidad medial y su ámbito de práctica rebasó lo
local. En las grandes ciudades, la sonoridad del orquestín se volvió identitaria para los
residentes e inmigrantes, e incursionaron en fiestas de asistencia masiva, contexto en el que
se produjo la inclusión de instrumentos globales en el formato, como el bajo eléctrico, la
batería eléctrica tipo octapad y el teclado electrónico en reemplazo del pampapiano. Las
múltiples facetas instrumentales de la agrupación Kempor de Cusipata, cuya conformación se
mantiene tradicional en Cusco y paralelamente se hace electrónica en Lima, advierten del
proceso de globalización y relocalización de la práctica del orquestín, incluyendo además
nuevos géneros musicales en su repertorio, ligados a la moda radial.
A inicios del siglo xxi, ante la búsqueda de identidad y la definición del sonido tradicional
cusqueño, y en algunos casos la presencia de un discurso de «pérdida de la sonoridad típica»,
se reinstauró la tradición de sostener conjuntos formalizados y de sonoridad acústica o
tradicional, destacando en este movimiento las agrupaciones Los Melódicos del Cusco, dirigida
por el pampapianista Modesto Cuba, el orquestín de los hermanos Choquehuillca y el conjunto
Kusi ñan de Cusco, el conjunto Wiñay Taki Ayllu de Pisaq, Los Voceros de Quiquijana y Los
Kuris, también del distrito de Quiquijana, y los conjuntos Apu Wayras y Qori Qente de la
provincia de Canchis. Otros orquestines contemporáneos desarrollan amplia actividad laboral
a partir de su presencia en las redes sociales, este es el caso de los conjuntos Kusisonqo y Apu
Wayra.
Conclusiones
• La práctica musical del orquestín es la manifestación de múltiples transculturaciones;
evidencia la interacción entre las cambiantes realidades que se dieron en la sociedad
cusqueña y la renovación de sus sonoridades al producir la música.
• Con las modificaciones de su conformación instrumental en las diferentes situaciones de
su devenir, incluyendo instrumentos originarios, europeo-coloniales, modernos y
translocales, los orquestines han mantenido su presencia en la tradición musical
cusqueña, afirmándose como una música latente y propicia, tanto en contextos de
práctica religioso-popular como en el contexto popular-festivo.
• El repertorio que circula en los orquestines ha tomado no solo funciones religiosas y
festivas, sino también ha constituido instancias de refuerzo de las identidades locales a
través de la música. Los géneros musicales que enmarcan este repertorio hacen que los