114 I ANTEC Revista Peruana de Investigación Musical
Lima, diciembre de 2021, 5(2), pp. 109-119
pallitas, que son agrupaciones de mujeres que cantan al Niño Dios en Navidad, práctica que
ha continuado en la tradición iqueña, ya que, tras algunos años de no haberse realizado, hubo
personas que decidieron ponerse a cargo para reactivar la tradición en cada familia o
agrupación. Este es el caso de Elisa Milaní Daza, quien fue guiadora de las pallas.
Este hecho ha cobrado cada vez más importancia para los protagonistas del hatajo, por lo que
hoy existe una consciencia de generar «semilleros» y mantener las tradiciones. En distritos
como Tambo de Mora y Tate, se está reactivando el baile y los cantos a través del trabajo
comunitario con niños desde el colegio.
En cuanto a las raíces musicales, es evidente la presencia andina y africana. Existe similitud del
hatajo con prácticas musicales navideñas de localidades colindantes a Ayacucho y
Huancavelica, que presentan orquestaciones, ritmos y melodías muy parecidas además de que
tienen como principal forma de expresión el zapateo. Por otra parte, la temática de las
canciones refiere al trabajo en el campo, a la esclavitud y a la búsqueda de libertad, entre otras
que hacen referencia a la situación del afrodescendiente de antaño.
4. Instrumentos musicales
En la práctica del hatajo se usa tradicionalmente el violín, la voz, el zapateo y las campanillas.
Una reciente iniciativa de insertar el cajón viene siendo rechazada, ya que se considera que
opaca el sonido percusivo del zapateo.
El violín. Se toca apoyado en el brazo, un poco más abajo del hombro y ubicado de manera
oblicua con el mango hacia abajo. Usualmente, es uno por agrupación, aunque puede
eventualmente haber más de uno. En este instrumento se toca la melodía principal, que es
duplicada por las voces. Por debajo de la melodía suena constantemente un intervalo
armónico más grave, producido en doble cuerda al aire, como nota pedal, durante toda la
ejecución, generando una polifonía de textura homofónica muy particular. La afinación del
instrumento en la mayoría de las agrupaciones no es la convencional, y depende del registro
vocal de los cantores-zapateadores. Usualmente, se transpone a un tono o tono y medio por
debajo de la afinación normal que es mi5, la4, re4, sol3; es decir, se afina en re5, sol4, do4,
fa3, o incluso en do#5, fa#4, si3, mi3, manteniendo el intervalo de quinta descendente entre
cada cuerda, lo que se podría entender como scordatura adecuada para mantener la
sonoridad de la cuerda al aire. El violinista debe conocer la melodía de todas las danzas, pues
la música del violín guía las voces en coro y la estructura del zapateo; es decir, en coordinación
con el caporal, el violinista es el guía musical del hatajo. Para ornamentar el instrumento, se
suelen colocar cintas de colores colgantes en el clavijero o esporádicamente en el arco,
similares a las usadas en el traje de los zapateadores.