CRÓNICA
Abel Velásquez: un aporte a la guitarra cajamarquina
Díaz Oré, Jinet Ambar / Rivas Chaparro, Dennis César
Lima, viernes 14 de julio de 2017
Recientemente se ha publicado un libro pionero en el
ámbito de la música tradicional cajamarquina del músico e
investigador Abel Velásquez, cuyo título es “Guitarra
cajamarquina de concierto”. Se presentó en las instalaciones
de la Biblioteca Nacional del Perú con gran acogida. Los días
posteriores a dicho evento se nos presentó, por iniciativa del
Conservatorio Nacional de Música, la oportunidad de
concertar una entrevista con el maestro Abel. La
conversación fue motivada por la publicación del
mencionado libro, sin embargo, una vez iniciada no podíamos
dejar de indagar un tanto más acerca de la formación de su
autor, formación que está marcada por una transición de la
academia a lo popular, es decir, cómo un estudiante de
formación académica del Conservatorio es motivado a
incursionar en el ámbito de lo popular.
La inquietud de Abel inicia cuando pasa a la Sección de
Estudios Superiores del Conservatorio, pero el hecho más
notable se encuentra en una experiencia que nos narra a
continuación: “a raíz de un disco que grabé de música
tradicional peruana, se me abrieron muchas puertas para
conciertos y festivales. Al año siguiente empecé a grabar el segundo disco, pero ahí empezaron otras
inquietudes mías
del porqué a estos conciertos que iba, en estos festivales que me invitaban, en Ayacucho, Arequipa,
Lima, siempre la música para guitarra andina estaba encasillada en la música del centro y del sur del
país. ¿Y dónde estaba la música norteña?, ¿dónde estaba la música de Cajamarca? [...]. En este
contexto, en el que veo la carencia del repertorio cajamarquino para guitarra, empieza lo mío a la par
de mi formación académica. Así empieza la transición”.
La transición de la que nos cuenta, es clave en la elaboración de su libro de partituras, que ha
llegado este año, y viene a ser parte de lo que el autor considera un “boom de publicaciones nuevas
para guitarra solista, que empezó con el libro del guitarrista Riber Oré, luego vino el de Ricardo
Villanueva,
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Jinet Díaz Oré y Dennis Rivas Chaparro
discípulo del maestro Raúl García Zárate, y, una edición de lujo que contiene los primeros arreglos de
música de Ancash en los temples diferentes que se utilizan en esa región”.
Si bien existen publicaciones anteriores de “música tradicional peruana para guitarra sola, arreglos
increíbles, como los de Raúl García Zarate y Manuelcha Prado, que han sido transcritos por otros
músicos, los trabajos de Javier Molina, o los ‘Cuadernos de música peruana’ publicados por Luis Justo
Caballero”, Abel nos dice: “Yo veo que el campo de la guitarra tradicional peruana se está abriendo.
Hay más venes que quieren incursionar e incluso veo un cambio muy positivo en el conservatorio.
Cuando yo era estudiante, era el único que tocaba algo tradicional y había cierto rechazo de lo
académico a lo popular. Antes era mucho más marcado; eso ha ido cambiando. Ahora veo a los jóvenes
estudiantes y escucho a alguien tocar una marinera, un huayno, y lo hacen muy bien, lo hacen sin
ningún tipo de prejuicios, se está rompiendo aquello. El campo se está expandiendo con nuevos
talentos, hay gente que tiene sus arreglos, muy buenos, pero los reparten restringidamente a sus
alumnos; sería bueno rescatar estos trabajos para publicarlos y así enriquecer el catálogo de la música
peruana”.
Es en este panorama que se inscribe el libro “Guitarra cajamarquina de concierto”, el cual necesitó
de un cuidadoso proceso de investigación que llevó a Abel Velásquez a viajar por Cajamarca y tocar
con diferentes grupos de música popular. En este proceso nos cuenta: “el primer desafío fue encontrar
un referente estilístico que sirva de ejemplo. En Cajamarca hay muy buenos guitarristas, existe un
maestro que toca muy bien, hace música de Cajamarca, pero con un estilo muy personal porque
interpreta la música cajamarquina con recursos técnicos de la música de Ayacucho. No se podría llamar
un estilo de guitarra tradicional cajamarquina propiamente, no es un referente. Entonces empezó la
búsqueda”.
Como resultado de la búsqueda de un estilo cajamarquino, el maestro sintetiza: se trata de
“mantener la melodía, mantener la voz cantante y darle la rítmica propia cajamarquina. En Cajamarca
no hay instrumentos armónicos que acompañen, el único que se usa es la guitarra, pero no tenemos,
como en Puno por ejemplo, un guitarrón que nos un bajo o, como en Ayacucho, un arpa que nos
indique un ritmo propio del bajo. Lo que me sirvió de referente de la rítmica de la sica cajamarquina,
en cuestión de acompañamiento, fue el ritmo de la caja cajamarquina que tocaba el indio Mayta [...]
En Cajamarca la rítmica es particular, la caja o tambor se golpea en ritmo de saltillos consecutivos, sin
embargo se inserta entre los dos golpes de cada saltillo un golpe en el aro del tambor, el que se percibe
como sonido agudo. Es decir que los tres golpes producen una galopa cuya parte fuerte es un sonido
grave, producido en la membrana, el contratiempo de corchea es un sonido agudo, producido en el
aro, y la última semicorchea es nuevamente un sonido grave producido en la membrana, éste patrón
se toca consecutivamente y es la característica de la sica cajamarquina. El sonido del aro se percibe
como una voz independiente, que es un contratiempo permanente y agudo; esta característica rítmica
he tomado para la guitarra solista, entonces, los arreglos ya tenían la melodía, el toque agudo y
también el bajo. Pero Cajamarca tiene algo más, en el campo utilizan frecuentemente el temple
galindo que es una afinación solo para rasguear, muy particular y diferente a todas las afinaciones del
Perú. Mi estilo es tradicional, cajamarquino, pero el hecho de tener la formación académica me
permitió estilizar ese rasgueo. Entonces logré un estilo que me permite tener la voz cantante, tener
un rasgueo permanente de ritmo y a la vez el bajo. Es la mezcla de los tres. [...]”.
Con respecto a los arreglos Abel resalta: “ [empleo] golpes en la madera, trato de imitar los cantos
del campesino en las cuerdas, los trinos y efectos percutivos con el pulgar como el chasquido en las
cuerdas bajas. Efectos que ya se han utilizado pero que yo los volcaba al estilo que quería hacer. El
huayno ayacuchano es más elaborado y la música cajamarquina es más monótona, por ello tenía que
enriquecerla. Por ejemplo, en algunos de mis arreglos, llevo la melodía a la octava baja y de ahí la
regreso, que también es típico de la música ayacuchana. Y en la elección del repertorio, tuve que tomar
una decisión: coger los temas más representativos de Cajamarca para llegar a la gente con mi
repertorio, ese fue mi criterio. Es bueno aclarar que la música que yo hago es música mestiza, urbana,
no música campesina”.
Abel recibió críticas hasta llegar a una aceptación que actualmente se ha hecho mayor en el círculo
musical. Un hecho curioso es que los mismos pobladores de Cajamarca fueron en un inicio reacios a
su música, sin embargo, como él mismo dice, se trataba de un “público estándar, pues el boom fue
para los sicos de Cajamarca”. Y agrega: he tenido muchos problemas con el Instituto de Cultura
de Cajamarca, con la Escuela de Arte, pero este último o me han invitado a tocar, he dado charlas
de mi
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Crónica - Abel Velásquez: Un aporte a la guitarra cajamarquina
investigación y se han quedado muy contentos [...] Ahora ya se está tomando la guitarra cajamarquina
propiamente como un estilo”.
Otra de las dificultades en relación a la recepción, es que al ser un libro de partituras se dirige a un
público selecto y tal vez minoritario, frente a ello Abel enfatiza: “es un documento que va a perennizar
el estilo de la guitarra cajamarquina, de aquí en adelante ojalá salgan más y ojalá salga uno que me
refute, que me diga ‘tú has hecho acá mal, yo he hecho esto’, mientras haya más, genial. Este es un
primer trabajo que va a servir de base porque está muy cuidado, y lo más importante, lo cual yo tomé
como premisa, es respetar las características técnicas y melódicas propias de la música de Cajamarca.
Los compases están exactos, he respetado la tonalidad de la obra original hasta donde he podido, por
ejemplo en la cashua Flor de verbena’ de Los Reales de Cajamarca, la versión original está en re menor,
entonces yo tuve que afinar la guitarra de una manera especial para poder tocarla en esa afinación.
Además, al final de la fuga hay un silencio que parece que se equivocaron- y yo lo he reproducido eso
también”.
Llegando al término de nuestra conversación, Abel nos compartió lo que significó esta publicación
y sus proyectos a futuro. Frente a la falta de auspicios, decidió, junto a su esposa, crear su propia
editorial y con ello difundir su trabajo, el cual le ha abierto puertas que desea aprovechar. Como
segunda meta, se propone preparar un segundo disco de guitarra cajamarquina en el que incluye
“música campesina o de pueblo”, sin dejar de lado el libro que saldría junto a este. Añade: “creo que
con este disco que viene yo ya abarco hasta cierto punto toda la tradición de mi pueblo porque
lamentablemente en Cajamarca no se está creando más obras de música tradicional; por una parte el
desarrollo académico de la música no es evidente, y por otra, en la música tradicional se observa una
tendencia a convertirse en música comercial, pues es la que ahora están consumiendo las
generaciones de jóvenes y adolescentes. Para ellos esa será su música tradicional”. Por eso, la meta a
corto plazo es “rescatar y valorar lo que existe y dejarlo registrado”.
Finalmente, refiriéndose a su reciente publicación reitera como palabras finales: “el que tome
como base este trabajo y que haga también otro trabajo cuidadoso, sé que será mejor y también que
costará mucho esfuerzo... y eso es bueno para todos”.
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