Juan Carlos Estenssoro
86 Lima, agosto de 2018, 2 (1), pp. 81-90
de ustedes; o alguna cosa así. Él me consideraba ya compositor, pero, cuando me dijo eso, no
entendí nunca totalmente a lo que se refería. Para él había mucha, demasiada rítmica interior,
los cambios rítmicos no los entendía, para él se necesitaba que tuviesen un cierto desarrollo.
Faltaba yo también un montón de veces [a sus clases].
¿No le mostraste nada para orquesta?
No… aunque puede que le haya mostrado Canción y muerte.
¿…y con Mme [Simone] Plé-Caussade? (risas).
No. Tuve una o dos clases. La primera vez: —Rin-rin. —Qui est-ce? —Enrique Iturriaga —
Trop tard! ¡Paf! Cerró la ventanilla. El otro día fui bien temprano, estaba dando vueltas, dando
vueltas, y entré ya. Me dio —hasta ahora me acuerdo— una hoja, ahí me la escribió [la lista].
Una hoja así, bastante grande. Era una hoja de notas para hacer contrapunto. [Según ella,] para
hacer una buena melodía había que hacer unas escalas […], una cosa de lo más compleja y
absurda. Puede que haya sido muy buena, pero —cómo decir— lo que pasa es que ella creía
que yo sabía ya contrapunto. Sí, Holzmann me había enseñado contrapunto bastante bien, pero
no entendí esas cosas, [esa hoja] debía servirme para hacer [fugas y] contrapunto a partir de
esas formas.
¿Eran fórmulas de construcción?
Yo no entendí nunca las fórmulas de construcción. Lo que a mí me interesa es si me sirve o no
para lo que yo estoy pensando.
Respecto de la reacción de Honegger a ese esbozo de Danza y a esa diferencia entre
ustedes y nosotros. ¿En qué momento cobras consciencia, Enrique, que no solamente eras un
compositor, sino un compositor peruano?
Bueno. Yo le escribí algunas cartas a Arguedas. Y recuerdo que Arguedas me contestó, y que
me decía eres el tipo de músico peruano que yo quería que existiera, en el sentido del que quería
regresar. El otro que quería regresar era nada menos que Szyszlo. Szyszlo no aguantaba: le
encantaba estar en París, que lo halagaran, una serie de cosas —como ha sido siempre él—,
pero quería estar en el Perú; no podía vivir fuera del Perú. No podía. Yo no puedo vivir fuera de
Lima. Y entonces es en ese momento cuando llego acá y ya empiezo a hacer la
SuiteEnt [para orquesta].onces, para ti, ser peruano está ligado también a una
cotidianeidad. Así es, claro.
No es solo algo que uno lleva consigo. No.
¿Es una relación con los demás?
Efectivamente. [Una vez, llegando a Caracas a donde iba con cierta frecuencia a visitar a mi
hermano que vivía ahí, mi hermano comentó]: Pero si este, cuando llega a Caracas, lo primero
que hace apenas llegar a Caracas, es llamar a la compañía para que reserven el pasaje de
regreso. Y era verdad, oye. Yo llegaba allá e internamente estaba diciendo: ¿cuándo me voy?
Estás definitivamente ligado al Perú, pero cuando te tocó regresar de Europa fue, sin
embargo, algo difícil. Desde el punto de vista profesional, ¿a dónde ibas a volver?
Qué te cuento. Yo era profesor en el Instituto Pedagógico Nacional, que luego se transformó
en la Universidad de la Cantuta, donde me quedé un año. Luego me llamaron de El Comercio
para ser crítico musical y me quedé diez años.
Pero no dejaste de ser profesor. Siempre has sido compositor y profesor.
Siempre. Porque, antes de irme a Europa, yo quería dirigir un coro. Fue en el segundo año
del Conservatorio. Agarré mi carrito (yo siempre tuve carro) y me fui al Puericultorio que tenían