92 ANTEC Revista Peruana de Investigación Musical
Lima, agosto de 2020, 4(1), pp. 86-104
flor, aspirad su perfume; no dibujéis imitando, sino glosando el original; no repitáis,
metamorfosead, no calquéis, cread” (Williams, 1951a, p. 15).
La construcción estético-musical realizada por los primeros músicos nacionalistas combina las
técnicas compositivas académicas con las imágenes sonoras de la música nativa, pero no de
manera textual, sino a partir de estas. El academicismo entonces plantea, al igual que en
Europa, este tipo de nacionalismo musical: los ritmos, los giros melódico-armónicos, las
cadencias y cualquier otra materia prima sonora se delimitan por la imitación de las formas y
los cánones europeos, lo que deja de lado los orígenes formales y otras características propias
de las danzas y especies musicales argentinas. Tal es el caso de El rancho abandonado, del
mismo Williams; la Sonata 1 para guitarra, de Carlos Guastavino; y el movimiento Los
trabajadores agrícolas, de Alberto Ginastera, en las cuales se utilizan técnicas, formas y estilos
europeos pero con rasgos y evocaciones tomados de la música nativa. Williams también deja
sentada esa visión al señalar que “la técnica nos la dio Francia, y la inspiración, los payadores
de Juárez” (1951b).
La técnica compositiva de la música nacional se ve reforzada y aclarada, por lo que el mismo
Carlos Vega (1958) afirma que esta “aspira a expresar en el plano más elevado de las artes y
las letras el espíritu del grupo o los grupos nacionales. Por lo común emplea las técnicas
universales y busca en el folklore los elementos caracterizadores” (p. 15).
Ante ambas posturas, resulta importante señalar que en toda música académica de
orientación nacionalista siempre estuvo latente una paradoja: la de que, al fin y al cabo, esta
quería dejar de serlo.
En el anhelo, sin duda respetable, de querer crear una obra que identificara al país y que
a la vez tuviera validez universal, había un reconocimiento implícito de que sólo Europa,
con su autoridad, determinaba qué cosa era universal y qué cosa no lo era. (Pujol, 2013,
p. 16)
Nativismo y tradicionalismo
Rubén Pérez Bugallo, en su artículo “Tradicionalismo, nativismo y proyección folklórica en la
música argentina: labor y huella de los Gómez Carrillo” (1999, p. 1), describe las perspectivas
aplicadas a la recreación y divulgación de formas musicales relacionadas, en cierta medida,
con las folklóricas: el tradicionalismo, el nativismo y la proyección folklórica. Las dos primeras
son fundamentales para entender el proceso compositivo de la folía argentina.
El movimiento tradicionalista, como lo llama Carlos Vega, surge como una reacción defensiva
en cadena contra el fenómeno inmigratorio que sucedía en la Argentina a finales del siglo XIX
e inicios del XX, con sus respectivas consecuencias relacionadas con las transformaciones
culturales. Se hacía énfasis en lo romántico, la idealización del pasado, y la imagen arquetípica
del gaucho. Según Pérez, el músico de esta época:
Con un paternalismo mal disimulado copia, repite, imita —o al menos cree hacerlo—
algunas especies de la música tradicional [...]. Pero lo cierto es que unos y otros carecen