Antec: Revista Peruana De Investigación Musical

Lima, diciembre de 2024, 8(2), pp. 301-303

Filarmónicos y Patriotas. Compositores latinoamericanos en tiempos de independencia (1800-1850). José Manuel Izquierdo, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2022

Zoila Elena Vega Salvatierra

Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa

Arequipa, Perú

zvega@unsa.edu.pe

ORCID logo https://orcid.org/0000-0002-6748-7648

DOI

10.62230/antec.v8i2.134

Filarmónicos y Patriotas es un libro que refleja la extraordinaria dedicación de su autor al prolijo trabajo de archivo, la comparación de fuentes, pero, sobre todo, al análisis crítico de las mismas y su capacidad para construir argumentaciones sólidas y elegantes que sustentan puntos de vista muy originales. Se trata de una extensa labor no solo de recopilación, si no de triangulación de fuentes, de ponderación de hechos y sobre todo de construcción de un relato coherente y sostenido a partir de fragmentos que hábilmente organizados nos permiten una plena comprensión del discurso histórico musical.

Desde la introducción, el autor plantea las reglas del juego muy claramente y debe hacerlo puesto que en las últimas décadas hemos asistido a profundos cambios de paradigmas en los discursos históricos sobre música. Izquierdo establece con mucha honestidad que su estudio no es una historia cultural y que al ocuparse de compositores no plantea que la composición sea la única forma de historizar la música, dejando de lado otros aspectos como la recepción, la interpretación y la cultura material que su ejercicio genera —por poner sólo algunos ejemplos—. Es consciente de que deja enfoques muy en boga en la literatura musicológica actual como los estudios de la participación de las mujeres en las vidas musicales de las sociedades de la época o el auge de espacios como el salón y el teatro. Al hacerlo no solo demuestra conocer las tendencias contemporáneas en investigación, sino que afianza su punto de vista porque lo encuentra necesario para abordar un estudio continental que elude localismos limitantes.

Con un estilo elegante y ameno, sin pretensiones, pero con mucha capacidad de seducción, el texto nos lleva de la mano de una figura a otra, de un espacio a otro, de una funcionalidad a otra y es que se debe comprender que aquellos músicos que recobran colores en las páginas de este libro son multifacéticos, pluriempleados y se hallan en entornos que exigen de ellos adaptarse a circunstancias que en otras latitudes habrían sido vistas como extravagantes, anacrónicas e incluso ambiciosas.

La vida y obra de diecisiete compositores latinoamericanos se entretejen en una mandala inteligentemente diseñada para combinar con eficiencia diversos aspectos de sus respectivas vidas para darnos una muy completa perspectiva de cómo se desarrolló el panorama musical en América Latina en la primera mitad del crítico siglo xix. A lo largo de seis capítulos que se articulan uno como complemento de los otros, como en un gran diseño tridimensional, estos individuos construyen una realidad que responde a las necesidades de las sociedades en las que se desenvuelven. Dicha realidad está determinada tanto por lo que se espera de ellos —sus funciones, obligaciones y deberes— como lo que ellos crean, las iniciativas que toman, la conciencia de su propia agencia, potencia y posibilidad.

Con base en su correspondencia, sus manifiestos, sus composiciones, sus acciones, Izquierdo va interpretando, hipotetizando y describiendo la vida de estas diecisiete personas que tienen en común haber vivido en el continente en un período tan crítico como es el final del periodo colonial, las guerras de la independencia y los comienzos de la vida republicana (o imperial en algunos casos). La vida musical, que ha sido tan poco estudiada en este turbulento periodo, en parte por la escasez de fuentes y en parte por la posición periférica que ha ocupado América Latina en relación con Europa en la historiografía tradicional, se va describiendo como un gran tablero de juegos donde observamos que los compositores ocupan roles específicos en sus entornos, luchan por establecer, alcanzar o revertir la posición social del músico y cómo se organizaron para conseguirlo a través de sus afiliaciones gremiales, lo que les garantiza oportunidades y relaciones adecuadas para el ejercicio profesional.

Pero además, estos autores se adscriben a determinadas tendencias y, en el segundo capítulo, la forma como se producen estas filiaciones, conscientes o no. También explica cómo se produjo la identificación con modelos universales como en su momento fue Joseph Haydn, la figura central de la tendencia cosmopolita que llegó a encarnar el ideal de creador ilustrado al que varios aspiraban a emular, o cómo la idea de “compositor” en tanto hombre letrado y no simple artesano, fue ganando espacio entre los creadores, orgullosos de su “ars poética”.

En el capítulo tres, de una manera más práctica el autor se refiere a los géneros y especialmente a aquel que tanta relevancia tuvo en la época de la independencia o inmediatamente después de esta: las marchas patrióticas y las canciones nacionales. A través de las narraciones paralelas de la génesis de algunos de los himnos nacionales del continente, se da un panorama no solo de las funciones que cumplían estas canciones y marchas si no de los lenguajes musicales que las dotaban de sentido y le asignaban pertenencia entre la población. No es poca cosa que en esta época se forjasen los símbolos sonoros de la patria que no se adscriben a una única tradición y que superan de lejos cualquier propuesta racional que a su alrededor se tejiera en su génesis. Que fueran inmediatamente aclamadas y luego olvidadas o que siguieran un tortuoso camino hacia el reconocimiento y el éxito no las vuelve menos interesantes como objeto de estudio.

¿Cómo se organiza la sociedad para producir, recibir y consumir música y cómo este consumo los ayuda a construir sus propias representaciones de modernidad? En el capítulo cuarto se intenta entender la actividad filarmónica —desde colectivos casi familiares o domésticos hasta empresas cada vez más amplias como en los casos de México y Brasil. Como consecuencia directa del capítulo 1, esta sección aborda la labor desde el ámbito privado que, financiado bien sea por ciertas élites o por gremios, la actividad filarmónica pretendió dar respaldo a la recepción de música que se suponía vinculaba a las nuevas repúblicas con la noción de modernidad. Esto da pie a la siguiente dimensión, estudiada en el capítulo quinto, como es la fundación de las instituciones pedagógicas, las demandas de conservatorios y academias especializadas, los tempranos éxitos y los muchos fracasos en la fundación de dichas instituciones. También en este rubro es necesario mencionar tanto la literatura pedagógica como la periodística con propósitos educacionales y cómo los creadores asumieron el rol de pedagogos, no únicamente por utilitarismo económico, si no como un ejercicio serio de la profesión.

Finalmente en el último capítulo, se aborda la dimensión religiosa y es que muchos de los autores mencionados iniciaron sus carreras o se profesionalizaron en el seno de instituciones eclesiásticas como conventos y capillas catedralicias. Un oficio que en Europa empezaba a desaparecer y un ámbito al que la Ilustración desprestigió enormemente, afectaron la comprensión moderna del verdadero significado en el temprano siglo XIX de lo que era, significaba y construía un maestro de capilla. La cultura catedralicia en América Latina demoró mucho más que sus pares europeos en extinguirse o deteriorarse y fue extraordinaria receptora de diversos estilos, corrientes y recursos técnicos que llegaban con la música para salón y para teatro. De esa manera, el magisterio de capilla, uno de los pocos cargos remunerados de manera sostenida y permanente en algunas catedrales, no sólo se convirtió en la principal fuente de ingresos para varios compositores, si no que les confirió estatus y una posición de privilegio, ante sus pares músicos y el público en general.

Mención aparte merece la pulida selección de ejemplos musicales que pueden encontrarse en medio del relato a través de códigos QR para lectura digital que redirigen a otras tantas direcciones de audio y video, ya que para entender la historia de la música se hace necesario oírla tanto como leerla. Finalmente, aparecen reseñas biográficas de los diecisiete compositores citados con una bibliografía meticulosa y actualizada que constituye un verdadero mapa del tesoro para los interesados en estos temas en particular y de la historia de la música latinoamericana del siglo XIX en general.

Figura 1