Enfoques de la vocalización en el
clarinete bajo: técnica clásica y extendida
Approach to vocalization on the bass clarinet: classic and extended
techniques
Alexandra Carmen Alvites Barrera
Universidad Nacional de Música
2016075007@unm.edu.pe
Introducción
El presente trabajo de investigación obedece a la situación actual de que la
vocalización, al ser un recurso vocal y no propio de la técnica instrumental del
clarinete bajo, es un tema poco desarrollado teóricamente en este instrumento,
pero que se aplica de forma intuitiva en la práctica diaria para conseguir sonoridad
resonante, flexibilidad y facilidad de ataque en todos los registros. Incluso grandes
referentes en el clarinete bajo como Josef Horák, Henri Bok y Harry Sparnaay
mencionan en sus artículos de investigación los dos enfoques de la vocalización
por separado.
El presente trabajo de investigación vislumbra las características y aplicaciones
específicas de cada técnica para una ejecución del clarinete bajo consciente y
optimizada. En este sentido, se ha propuesto la siguiente pregunta: ¿Cómo se
aplican los enfoques de la vocalización en la ejecución del clarinete bajo? Una de
las conclusiones a las que se llega es que la técnica clásica se usa todo el tiempo
para conseguir sonoridad resonante, flexibilidad y facilidad de ataque en todos los
registros al moldear el sonido con vocales, mientras que la técnica extendida solo
se ejecuta a pedido de los compositores, para crear una armonía entre la voz y el
sonido emitido por el instrumento. Sin embargo, no se consiguen los beneficios
mencionados en la técnica clásica.
Se espera aportar al desarrollo de la teoría de sonido ideal en el clarinete bajo, además
de contribuir con el estudio de tres casos a la aplicación práctica de este recurso
vocal en el estudio diario del instrumento. Sin duda, este trabajo servirá no solo a
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los estudiantes y docentes de clarinete bajo, sino que podría ser un antecedente
para que se establezca este recurso vocal en otros instrumentos de viento madera
y metal. Para la investigación, se ha realizado una revisión bibliográfica detallada
acerca de las características estructurales, registro y repertorio del clarinete bajo.
1. EL CLARINETE BAJO
Pertenece a la familia de viento madera, encontrándose una octava inferior a
comparación del clarinete soprano (Rodríguez, 2015). Es un instrumento aerófono,
de lengüeta simple, que tuvo su origen entre 1730 y 1750 (Bok, 2011).
1.1. Origen y desarrollo histórico
Uno de los primeros instrumentos se hallaba en Berlín, pero se perdió en 1945 con
la Segunda Guerra Mundial (Sparnaay, 2011). Tenía una sola llave y era considerado
más antiguo que el clarinete bajo de Bruselas, dado que este último tenía tres llaves
(Bok, 2001). Una, la más larga, servía para producir el mi grave (meñique de la mano
izquierda), otra llave estaba destinada para el pulgar y una más, para el índice de la
mano izquierda, para tocar el si bemol (Lewis, 1972). Llevaba una boquilla pequeña,
un tudel con la forma del que emplea el fagot, pero algo más ancho, y una campana
(Sparnaay, 2011). Su mala sonoridad se debía a una incorrecta proporción de la
perforación (Heim, 1981).
En el museo suizo de Lugano se encuentra un tercer ejemplar de ese periodo (Stein,
1958). Al estar equipado con más llaves, es de suponer que se trate de uno construido
a finales del siglo XVIII (Sparnaay, 2011). Este instrumento se diferencia del anterior
por la inclinación de su campana hacia abajo. En el L’Avant Coureur publicado en
París, apareció un artículo el 11 de mayo de 1772 sobre el Basse-tube de Gilles Lot,
elogiándolo: “Este instrumento, en manos de un músico capaz, no puede dejar de
producir un buen efecto, y debe obtener la aprobación del público si se escucha
solo o en la orquesta” (Sunshine, 2009). Su sonido se consideraba espléndido y se
le presagiaba un gran futuro, hecho que sucede en la actualidad.
En 1793 se creó el Klarinetten – Bass de Johann Heinrich Grenser (1764 – 1813), un
modelo muy parecido al fagot, con tres octavas y afinación relativamente buena
(Bok, 2011). En años posteriores, diferentes modelos tipo fagot fueron fabricados
por Carl August Grenser (1720 – 1807) y Martin Lemp (Viena), así como por Dumas
de Sommiéres, que construyó en 1807 su Basse guerrir, un instrumento provisto de
13 llaves, que fue tocado por el famoso clarinetista Isaac Dacosta (Sparnaay, 2011).
Destaca de este modelo su sonido fuerte y compacto, pero a la vez suave. Siendo
catalogado además como un instrumento virtuoso dado que Dacosta lo tocó con
tanta facilidad y rapidez como si se tratara de un clarinete soprano (Sunshine, 2009).
Para 1807 apareció el modelo de Desfontenelles de Liseux, equipado con un re grave;
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el de Francois Sautermeister, cuyo Basse-orgue se tocaba con la caña contra el labio
superior, y el de Johan Samuel Stengel (1771 – 1825) (Sparnaay, 2011). Posteriormente,
el luthier Nicola Papalini de Chiaravelle creó en 1820 un modelo llamativo, pues para
reducir la longitud del tubo optó por una forma de serpiente (Bok, 2011). Hacia 1828,
Johann Heinrich Gottlieb Streitwolf (1779 – 1837) presentó su clarinete bajo diseñado
con dos formas de tudel, uno recto y otro curvado, pero seguía siendo el modelo tipo
fagot (Reed, 2005). Se fabricaron varios de estos ejemplares de 18 llaves que fueron
usados principalmente en orquestas militares (Aber, 1990).
Años más tarde, Catterino Catterini de Padua sacó otro modelo tipo fagot llamado
Glicibarifono, afinado en do y su extensión de registro era hasta el do grave (Bok,
2011). Otros de los fabricantes italianos de este instrumento fueron Majorano
Fratelli, Maino y Orsi (Sparnaay, 2011). Luego, Dacosta adaptó el Basse guerrir, para
posteriormente trabajar en conjunto con Louis Auguste Buffet y desarrollar un
instrumento largo con una campana dirigida hacia abajo (Bok, 1999). Adolphe Sax
(1814 – 1894) abordó los problemas fundamentales del instrumento construido hasta
ese momento y realizó grandes mejoras (Rodriguez, 2015). Para el final del siglo XIX,
se fabricaban clarinetes bajos en 11 países distintos (Sparnaay, 2011). Es importante
relucir los modelos de Jean Baptiste Albert pues ya no eran tipo fagot sino parecidos
a un saxofón (Bok, 1999).
Fue Selmer quien inició la producción de clarinetes bajos en 1906 (Lewis, 1972). Con
el paso de los años, creó en 1930 un clarinete bajo de 17 llaves hasta el do grave
(Sparnaay, 2011). Posteriormente, en 1954, Buffet Crampon, creó un modelo similar,
pero con una campana de menor tamaño (Reed, 2005). Este tuvo, en consecuencia,
menor volumen y un sonido ligeramente saturado en los graves.
1.2. Características estructurales actuales
Luego de todos los modelos precursores, hoy en día el clarinete bajo se divide
en cuatro partes principales (Ver figura 1): La boquilla de ebonita o cristal, a la
que se une una lengüeta (caña o plástico) gracias a una abrazadera. El tudel que
ayuda a la afinación del instrumento. El tubo (ébano o granadillo) consta de dos
partes (cuerpo superior para la articulación izquierda e inferior para la articulación
derecha). Tiene en total 18 orificios de tono y una media de treinta llaves para los
semitonos pudiendo así tocar una escala cromática completa (Stein, 1958). En
algunos modelos, se han adicionado algunas llaves para aportar alternativas y
flexibilidad en la ejecución de pasajes técnicos difíciles (Schiesser y Jan, 2012).
Finalmente, la campana de diversos tipos de metal o madera es curvada en la
parte inferior del tubo y de mayor tamaño.
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1.3. Registro del clarinete bajo
Actualmente existen dos tipos de clarinete bajo, uno con una extensión hasta
el do grave y otro que sólo llega hasta el mi grave (Sparnaay, 2011), aspecto que
deben considerar los compositores al momento de componer una obra para este
instrumento (Ver Figura 2).
Figura 1. Clarinete bajo actual
Fuente: Sébastien Schiesser & Jan Schacher, The
augmented Bass Clarinet, 2012.
Figura 2. Registro del clarinete bajo. El primero muestra una extensión hasta el mi grave
y el segundo hasta el do grave.
Fuente: Harry Sparnaay, El clarinete bajo, 2011, p. 53.
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A pesar de que existe un registro establecido, este instrumento tiene extremada
facilidad para tocar armónicos debido a la longitud del tubo y el sistema de llaves
cerrado a diferencia del clarinete soprano (Bok, 2001). Por lo tanto, se pueden
conseguir notas más agudas, teniendo como límite las posibilidades del propio
intérprete.
1.4. Evolución del repertorio musical
Durante el siglo XVIII, se desarrolló estructuralmente al clarinete bajo y en la última
parte del siglo XIX obtuvo una amplia aceptación como instrumento viable para la
orquesta (Sunshine, 2009).
La primera ópera en la que el Glicibarifono, antecesor del clarinete bajo, tuvo un
papel protagónico fue Emma di Antiochia de Giuseppe Saverio Mercadante (1795
– 1870), estrenada el 8 de marzo de 1834 en el teatro La Fenice de Venecia (Ver
Figura 3) (Sparnaay, 2011).
En esta obra predomina el registro medio (verde) y agudo (celeste). Sin embargo, aún
no se exploran en su totalidad los registros extremos: grave (morado) y sobreagudo
(naranja). Allí se puede ver uno de los dos sistemas de notación: el francés que se
escribe en clave de sol, aunque el sonido real es una novena mayor más grave y el
sistema alemán en el que la parte se escribe en clave de fa, y el sonido real es una
segunda mayor más grave.
Dos años más tarde, el compositor Giacomo Meyebeer (1791 – 1864), fascinado con
la sonoridad del instrumento, lo empleó en su ópera Les Huguenots, estrenada en
París el 29 de febrero de 1836 (Ver Figura 4) (Eugene, 2017). El mismo día, Sigismund
von Neukomm (1778 – 1858) finalizó su obra Make haste, O Lord, to deliver me, Psalm
70 para contratenor con voz femenina, clarinete bajo concertante y orquesta
(Sparnaay, 2011).
Figura 3. Fragmento de Emma di Antiochia de Giuseppe Saverio Mercadante.
Fuente: Harry Sparnaay, El clarinete bajo, 2011, p. 35
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En esta obra además de emplear los registros medio (verde) y agudo (celeste), se
hace mayor uso de los registros extremos: Grave (morado) y sobreagudo (naranja)
(ver figura 4). Cabe resaltar que el clarinete bajo para ambas obras estaba afinado
en do y llegaba hasta el do grave. Posteriormente, se fabricaron clarinetes bajos
afinados en sib y la con una extensión hasta do2 (nota escrita) (Rodríguez, 2015).
El primero se emplea hasta la actualidad y el segundo cayó en desuso por lo que su
producción es limitada.
A diferencia del clarinete soprano donde ya existía la tradición de recitales con
obras clásicas y románticas, la aparición del clarinete bajo como solista fue tardía
a mediados del siglo XX (Horák,1977). En 1955, el clarinetista bajo checo Josef
Hórak (1931 – 2005) dio un recital de clarinete bajo solo, marcando un hito histórico
(Sunshine, 2009). A partir de este punto, Hórak realizó muchas transcripciones en
un inicio dada la escasez de repertorio propio para clarinete bajo. Luego desarrolló
obras inéditas junto a otros compositores, solo por mencionar algunos: Olivier
Messiaen (1908 – 1992), Karlheinz Stockhausen (1928 – 2007), Pierre Boulez (1925
– 2016), Edgard Varèse (1883 – 1965) y Milton Babbitt (1916 – 2011) expandiendo el
lado lírico del instrumento (Sunshine, 2009). Los pioneros contemporáneos Harry
Sparnaay (1944 – 2017) (Ver figura 5) y Henri Bok (1950 – actualidad) (Ver figura 6)
dedicaron su vida a ampliar el uso de técnicas extendidas (Watts, 2022). Algunas
de ellas son: Slap Tongue, bisbigliando, frullato, vibrato y smorzato, dientes sobre la
caña, glissandi, el uso de la voz, sonidos de llaves, tocar con cinta y otros medios,
cuartos de tono, multifónicos (Spinelli, 2010; Álvarez, 2014). Ambos clarinetistas bajos
fomentaron la creación de un vasto repertorio para este instrumento y la formación
de nuevas generaciones de clarinetistas especializados.
Figura 4. Extracto de Les Huguenots de Giacomo Meyerbeer. Fuente: Harry Sparnaay, El clarinete bajo, 2011, p. 35