Fred Rohner | La consolidación de la escena de la cueca urbana en Chile ... I 39
Lima, diciembre de 2022, 6 (2), pp.30-43
5. Rodrigo Pinto es un músico multifacético que ha trajinado movidas del rock en Chile, pero que muy pronto se integró, junto
con otros jóvenes de su generación (Marco Palma, René Alfaro, etc.), a la movida de la cueca urbana. Participó de numerosas
grabaciones (como músico y como productor) con algunos de los viejos cultores de la cueca urbana y acompañó a El
Baucha en sus últimos años de actividad musical, como quedó testimoniado por Vincent Moon dentro de su colección de
documentales musicales.
digo, no digo que sea una referencia ni nada, pero lo hicimos, porque volvimos
cantando cosas que no sabía, y de formas que tampoco conocía antes de ir a
Lima […] Yo creo que lo que motiva a ir a la gente es, acá como que se acabaron
los taytas, viste, como que murió El Baucha en el 2014, que era casi como lo
último que iba quedando; en cambio, en Lima todavía había taytas vivos, del
ambiente, del criollismo […] aparte que también allá en Lima yo me di cuenta que
había como una orfandad de juventud, cachay. Siento que la juventud no está
interesada en esto; yo aquí en Chile veía como doscientas personas interesadas
en esto, y allá en Lima veía dos, tres, cinco como mucho (Pinto, comunicación
personal octubre 2022).
Este fragmento de la entrevista a Rodrigo Pinto confirma algunas de las
apreciaciones de músicos chilenos jóvenes sobre cómo fueron decayendo los
espacios de aprendizaje en Chile tras la muerte de sus cultores más antiguos; sin
embargo, quizás lo más interesante de sus apreciaciones tiene que ver con el efecto
irradiador de su experiencia limeña. En efecto, como afirma en otro momento de la
entrevista, tanto él como Julián Herreros
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fueron pioneros dentro de este movimiento
que dirigió la mirada de los músicos jóvenes chilenos de la movida cuequera hacia
Lima. Antes había estado por aquí el conjunto El Parcito (integrado por Paty Vílchez,
Claudia Mena y Marco Palma); sin embargo, su actividad musical estuvo restringida
en dicha oportunidad al festival Sonamos Latinoamérica. Sería más tarde que Mena,
ya sin el acompañamiento de Vílchez y Palma, pasaría una larga temporada en Lima
frecuentando a los músicos criollos mayores, los taitas, en su búsqueda de viejas
canciones.
Fueron quizás las visitas de estos músicos (Pinto, Herreros y Mena) las que
motivaron la afluencia cada vez mayor de músicos jóvenes en los años siguientes
a los espacios musicales limeños. Estas visitas no deben verse como meros actos
individuales, sino como parte de un movimiento que reactivó un viejo circuito
musical que unía a las ciudades de Lima-Valparaíso y Santiago.
Como hemos sugerido ya en un trabajo anterior (Rohner y Contreras, 2020), dentro
de los nodos que sirvieron para la reactivación de este circuito existieron instancias
nuevas (Internet, YouTube) que sirvieron para visibilizar (aunque fueron también un
espacio de aprendizaje) parte de la escena musical criolla limeña y propusieron a los
músicos chilenos los espacios musicales limeños como centros de aprendizaje y de
conexión con ese pasado urbano que en Chile se había venido perdiendo durante el
proceso de consolidación del movimiento de la cueca urbana.